jueves, 26 de agosto de 2010

Los detalles

El detalle. El detalle es la cosa más importante en este planeta. La unidad existencial. El átomo. La mirada. El estremecimiento. El suspiro. El matiz.

Son todas estas cosas que nos hacen ser quienes somos y que constituye un código complejo, una combinación única de pequeños detalles propios a nosotros.

Una vez identificados los detalles más entrañables de alguien o de un grupo de personas, se obtiene una visión bastante clara de la atmósfera visual que mejor le o les corresponda. Pero según el ánimo estaremos más receptivos a unos que a otros.

Hay miles de maneras de definirse, y otras cuantas de maneras de expresarlo. La comunicación solo puede ser parcial. Si aceptamos esto como una evidencia, podremos entender que el maravilloso arte de comunicar es ante todo, un juego. Extremadamente sofisticado. Poniendo constantemente a prueba nuestros talentos de abstracción.

Bueno, hasta hace poco... Hoy en día las grandes campañas publicitarias solicitan de preferencia el inconsciente. El anuncio no tiene que ser bueno, no tiene que captar nuestra atención. Con que lo escuchemos 30 veces al día, se dan por satisfechos. Iremos como zombies a comprar detergente al supermercado, el del osito. Nos mandamos textos enteros sin vocales ni puntuación, no tenemos tiempo para nada y la comunicación es telegráfica, minimal, codificada, binaria, automática.

Milito por una comunicación que apele a la consciencia de la gente, interactiva. Una verdadera comunicación entre la gente, sea la que ofrece el servicio, sea la que lo recibe. Leí una entrevista del director de marketing de Procter&Gambles y el señor decía que hoy en día, 2 millones de dólares valen más que una buena idea.

Lo digo alto y claro, discrepo total y rotúndamente. Creo en el detalle único que capta la atención y transmite algo perenne, real, sereno, constructivo, agradable...


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